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FOTO: DIAMOND FILMS

“Luz de Luna”, las vivencias en el subsuelo del fin del mundo

02/02

Con ocho candidaturas en los Oscar y estreno para este jueves en Argentina, presenta la traumática vida de un joven negro, de los suburbios de Miami, cuyo entorno es un caos: Su madre es drogadicta; él es víctima de bullying y, como si fuera poco, su despertar sexual no es aceptado si quiera por sí mismo.

Segunda película del director Barry Jenkins (“Remedio para melancólicos”, de 2008) y aclamada por el público en la competencia internacional del último Festival de Cine de Mar del Plata, a priori parece un culebrón que reúne todos los clichés del inframundo suburbano.

Homosexualidad, discriminación, drogadicción, marginalidad e injusticias son los tópicos que Jenkins decidió utilizar en un filme que reúne todo lo que al público estadounidense le gusta ver, y en un año en el que el nacionalismo extremo de Donald Trump se impone, tras unos Oscar 2016 sin candidatos negros.

Pese a que “Luz de luna” puede ser un repertorio de lugares políticamente correctos y comunes es, en cambio, una experiencia de vida tanto de Jenkins como del dramaturgo Tarrell Alvin McCraney, escritor de la historia, quienes se criaron en el mismo barrio donde se rodó gran parte de la cinta.

“Pensé que era una oportunidad de rescatar algunos de mis propios recuerdos de infancia y llevarlos a la pantalla, refinados por la maravillosa voz de Tarell. La raíz de su experiencia era a su vez la raíz de la mía: un maridaje perfecto”, sostuvo el realizador, nominado a “Mejor director” y a “Mejor guión adaptado”.

Si bien McCraney y Jenkins no se conocieron durante su adolescencia, el pasado de ambos está unido por el mismo colegio, similares organizaciones de ayuda social y por el hecho de que las madres de los dos fueron adictas (mientras la del realizador estuvo en rehabilitación, la del dramaturgo falleció).

La historia atraviesa la niñez, la adolescencia y la juventud de Chiron, personaje en el que se ve la mano del director en la dirección actoral: los protagonistas que lo interpretan en las tres etapas, Alex Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes, poseen el mismo espíritu y temple, lo cual le da una impactante similitud.

Otro detalle a destacar es que ninguno de los tres actores tiene una gran carrera o directamente es amateur: a Hibbert lo consiguieron pegando carteles en las calles y en las escuelas; Sanders tiene una corta experiencia en el teatro y Rhodes es una ex estrella de atletismo universitario, con fugaces participaciones en películas y series.

Aquí también está el acierto de la directora de casting, Yesi Ramírez (“La resurrección del mal”, entre una veintena de filmes), quien también es de los suburbios de Miami y trabajó como asistente social en Florida, y con su ojo clínico rescató el espíritu de Chiron que tienen los tres intérpretes.

A estos tres protagonistas, Jenkins los rodeó de otros artistas consagrados, como Maheshala Ali (“House of Cards” y “Luke Cage”), Naomi Harris (“007”, “Piratas del Caribe” y “Mandela: el largo camino de la libertad”), Andre Holland (“American Horror Story” y “42”) y el debut en pantalla grande de la cantante Janelle Monae.

Así, los tres capítulos de “Luz de luna” consiguen homogeneidad y ambientación a lo largo de estos 20 años en la vida de Chiron, quien apenas va al mar en dos oportunidades, en un claro ejemplo de la exclusión y marginación en la que viven las clases bajas de aquella ciudad receptora de latinos y símbolo del shoping.

El ritmo de la película, así como todas las cuestiones técnicas, también se llevan las palmas, con un Jenkins que supo utilizar los diálogos, los tiempos y, por sobre todo, los silencios de los protagonitas, quienes generan con su mirada y falta de palabras una opresión difícil de explicar.

Es ese secretismo el que arma a este personaje y lo convierte en algo único, alejándolo de los típicos personajes marginados que buscan su reinserción por medio de reclamos, manifestaciones y discursos grandilocuentes que apuntan a la sensibilidad de espectadores necesitados de bajadas de línea.

“Cuando leí el libro -sostuvo Holland- realmente sentí como si estuviera leyendo la historia de mi familia. No sólo reconocía a algunos personajes, sino, también, la forma en la que hablaba”.

“Luz de luna” puede tener varios golpes bajos y lugares comunes, pero también es una película intimista y con un interesante manejo del arco narrativo, que lleva a este culebrón a un podio en los Oscar.

Fuente: TELAM

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