No es porque no tengan suerte, y no están, como muchos piensan, locos. La asexualidad no es tampoco una moda, sino una cuestión de identidad: renuncian a la idea de mantener relaciones sexuales con otros y mantiene, en cambio, sus vínculos afectivos desde otro lugar.

“Muchas personas eligen no tener sexo, pero no pasa por ‘no tener ganas’. En muchos casos sucede que la persona ha tenido una mala experiencia o quedó muy atada en una relación y ha sufrido y decide por una situación de sentimientos, no pasar más por algo así, no entregarse más a un otro”, explicó a Infobae la especialista en sexualidad Mariela Telser Hansen.

“También prefieren no mantener relaciones pero mantener el vínculo afectivo sin el acto concreto. Buscan el bienestar y el placer en otro lugar. Consideran que no lo necesitan y no por ello debería ser algo anormal”, agrega.

Anthony F. Bogaert, académico de la Universidad canadiense de Brock, especializado en los estudios de sexualidad humana, define la asexualidad “como una falta persistente de deseo sexual hacia los demás. Aunque la renuncia a la actividad sexual se trata de un acto voluntario, al igual que el celibato, no existe en este caso el componente de la abstención vinculado a la religión”.

Para hacerse entener, los asexuales crearon AVEN (por sus siglas en inglés, Asexual Visibility and Education Network), una comunidad internacional donde se pueden expresar sin miedo, en la que sus más de 100 mil miembros luchan activamente por la aceptación social. Además proporcionan recursos de investigación sobre la temática, favoreciendo la integración de estas personas.

“A no ser que alguien hable de sexo delante de mío o vea en la tele a una pareja haciendo el amor, ni siquiera me acuerdo de que existe. No está en mi mente. Es como si alguien te recuerda un objeto que perdiste hace años y casi ni te acordabas. ‘Ah, sí, eso’, decís. Y pronto volvés a olvidarlo”, explica una usuaria en sus foros.

“Estas personas no valoran la intimidad como algo estimulante sino que al contrario, se cierran al vínculo. Ante la pregunta si se puede vivir sin sexo, sí claro es la respuesta, aunque puede sonar raro para la gran mayoría”, agrega Hansen.