El debate lleva milenios: ¿existe la vida después de la muerte?. Pero a la ciencia no le interesa, como a Platón, saber si el alma es inmortal, ni tampoco se pregunta sobre la existencia del Cielo o el Infierno; lo que sí le interesa es establecer el vínculo entre la conciencia y el cerebro.

Y en el marco de una investigación que indagaba sobre este interrogante, que se basó en 2.000 casos y se realizó en Reino Unido, EE.UU. y Austria, se llegó a la conclusión de que “hay alguna evidencia de que la conciencia podría continuar después de que se detiene el corazón y el cerebro deja de funcionar”.

El dato es contradictorio a la postura clásica, que afirma que la conciencia (en el habla corriente es lo que denominamos mente o, incluso, alma) es un producto de la actividad cerebral, que se extingue cuando el cerebro deja de funcionar.

El estudio liderado por el científico Sam Parnia, de la británica Universidad de Southampton, plantea que tal vez la conciencia no sea tan rígidamente dependiente del sistema nervioso.

“Necesitamos examinar esto con estudios más detallados, de forma imparcial y sin prejuicios, para dar respuestas más claras y precisas”, alertó el mencionado experto.

Por este descubrimiento de la ciencia, ahora el foco de atención lo tienen aquellos relatos de muchísima gente que han “regresado de la muerte”, es decir, aquellos que han estado clínicamente muertos por un breve lapso y han vuelto a la vida.

Estas narraciones incluyen verse a sí mismo fuera del cuerpo, un ascenso por un túnel oscuro con una luz al fondo, encuentros con parientes fallecidos y una sensación de retorno a la vida.