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La hidratación de la piel durante el verano

18/11

El calor y la exposición prolongada al sol, ya sea en el mar o en la pileta, provocan una pérdida acelerada de humedad. Aunque beber agua es fundamental, no siempre resulta suficiente para mantener la piel flexible y saludable.

Durante el verano, la piel enfrenta una mayor pérdida de hidratación por el calor, el sol y el contacto con el agua. Más allá de beber líquidos, mantenerla saludable requiere hábitos que actúen desde el interior. 

 

En esta época del año, la rutina de hidratación debe reforzarse desde adentro, ya que la barrera cutánea tiende a debilitarse y pierde capacidad para retener agua, generando una sensación de tirantez y falta de luminosidad.

 

La correcta hidratación no solo depende de la cantidad de agua que se consume, sino también de la habilidad del organismo para retenerla y distribuirla. Este proceso está influenciado por factores como el colágeno, los micronutrientes, las grasas saludables, el descanso, entre otros. Cuando alguno de estos elementos falta, la piel no logra aprovechar adecuadamente el agua ingerida. Por eso, la hidratación efectiva requiere un enfoque integral: desde la alimentación y el descanso hasta la actividad física y la protección diaria frente a los rayos UV. 

 

“Una piel deshidratada es fácil de reconocer: suele verse opaca, sin brillo, más tirante y con pequeñas líneas de expresión más visibles. Además, puede sentirse áspera, sensible o con pérdida de elasticidad. Estos signos se intensifican durante el verano, cuando la radiación solar acelera la degradación del colágeno y reduce la capacidad natural de la piel para mantener la humedad.” señaló Dianara Tomé, especialista en medicina estética y rejuvenecimiento facial de Rennova. 

 

En este contexto, los especialistas mencionan 5 hábitos esenciales para potenciar la hidratación de la piel:

 

1.Tomar suficiente agua: mantener una ingesta constante a lo largo del día es clave para reponer los líquidos perdidos.

 

2.Suplementar con colágeno y vitamina C: ayudan a mantener la firmeza y elasticidad, además de favorecer la producción natural de colágeno.

 

3.Incluir grasas saludables en la dieta: presentes en la palta, el aceite de oliva o los frutos secos, fortalecen la barrera cutánea y reducen la pérdida de agua.

 

4.Dormir bien: el descanso nocturno favorece la regeneración celular y la reparación de los tejidos.

 

5.Mover el cuerpo: el ejercicio mejora la circulación y oxigena la piel, potenciando la distribución de nutrientes y agua en todo el organismo.

 

“Para reforzar la hidratación de manera tópica, se recomienda una rutina diaria que incluya limpieza suave, aplicación de productos con ácido hialurónico o glicerina, y el uso de antioxidantes que ayudan a protegerla del sol y del estrés oxidativo. El protector solar, por su parte, es indispensable todos los días: el sol no sólo deshidrata, sino que también deteriora las fibras de colágeno, proteína que cumple un papel esencial en este proceso, ya que actúa como un sostén interno que mantiene la firmeza y estructura cutánea”, agregaron desde Rennova. 

 

La disponibilidad de colágeno puede reforzarse a través de una alimentación equilibrada rica en proteínas, vitamina C y minerales como el zinc, así como mediante tratamientos estéticos que estimulan su producción natural, como los bioestimuladores de colágeno.

 

La especialista señaló que “los bioestimuladores ayudan a que la piel recupere su capacidad de generar colágeno y mantener una hidratación más profunda y duradera desde adentro”.

 

“Cuando la pérdida de colágeno es más avanzada, los resultados visibles solo se logran con bioestimuladores inyectables. Este tipo de tratamientos promueven la producción propia de colágeno y ofrecen un efecto más profundo y duradero que las alternativas tópicas o por vía oral”, agregó.

 

Estas opciones ayudan a recuperar la firmeza, mejorar la textura y prolongar la hidratación desde las capas más profundas de la piel. 

 

Con hábitos saludables, cuidado constante y una nutrición adecuada, es posible mantener una piel fuerte, elástica y radiante incluso en los días más calurosos del verano.

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