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Imagen de “Kryptonita”, entre el cómic e hiperrealismo bonaerense

“Kryptonita”, entre el cómic e hiperrealismo bonaerense

02/12

Nicanor Loreti es el autor de “Kryptonita”, una de las sorpresas del último Festival de Mar del Plata, que se estrena en salas locales.

El filme está basado en la novela homónima de Leonardo Oyola, y cruza el hiperrealismo con la estética del cómic, además de transparentar la influencia de filmes de Robert Rodríguez, Katherine Bigelow y John Carpenter para narrar la historia de amistad y lealtad entre un grupo de “superhéroes” argentinos marginales.

Entre el realismo sucio bonaerense y una imagen propia de cómics de superhéroes como Superman, Flash o La mujer maravilla, de los que algunos de sus personajes toman ciertos poderes y características físicas, “Kryptonita” describe una noche en un hospital público del Gran Buenos Aires, donde el bien y el mal se disputan la vida de Nafta Súper, líder de una banda de delincuentes herido de muerte con un vidrio verde.

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Mientras todo eso ocurre, el doctor González, médico en la guardia nocturna del hospital, acostumbrado a perder y a empastillarse para soportar la falta de sueño y la violencia cotidiana de ladrones y policías corruptos, debe decidir si toma partido o no por Nafta Súper, si le salva la vida o lo deja morir, al tiempo que asiste -sin saber nunca si se trata de algo real- a eventos extraordinarios y sobrenaturales.

“Un héroe puede venir de cualquier lado, incluso de los barrios más marginados. Leo Oyola viene realmente de ahí y si ves lo que logró literariamente es como un Maradona. La película habla de que debemos hacernos cargo, y a veces, por prejuicios o desprecio, la sociedad crítica a los héroes que vienen de las zonas populares de la sociedad”, afirmó Loreti.

El cineasta que en Mar del Plata ganó el premio a la Mejor Película argentina en 2011, señaló que los protagonistas del filme “son en un punto antihéroes, una conjunción de superhéroes y de familia de forajidos que están en una situación difícil y se bancan entre ellos. Me parecían personajes entrañables y quería que engancharan al público aunque fueran delincuentes”.

Con claras referencias a películas como “Asalto al precinto 13”, de John Carpenter, “Near Dark”, de Katheryn Bigelow, “Sin City”, de Robert Rodríguez, o incluso “La pandilla salvaje”, de Sam Penkinpah, Loreti construye una película de encierro y asedio, en el que se pone en juego la lealtad y amistad entre un grupo de marginales que demuestran hasta qué punto la justicia y la dignidad pueden estar también en donde no lo parece.

Diego Velázquez y Susana Varela (como el médico y su enfermera), Juan Palomino, Pablo Rago, Diego Cremonesi, Lautaro Delgado, Nicolás Vázquez, Carca y Sofía Palomino son los antihéroes del filme, que más allá de su apariencia y modales representan a la justicia y el bien, frente a la corrupción criminal encarnada por los policías Diego Capusotto y Luis Ziembrowsky, o el hampón sin códigos Daniel Valenzuela.

“Ellos son lo peor del mundo pero vos querés que ganen. Leonardo tiene muchos libros de antihéroes donde la justicia no pasa por si robaste o no, sino más bien por qué códigos tenés. El malo es siempre el que ataca a traición. Son códigos de barrio y ellos los respetan”, sostuvo Loreti, quien tuvo la idea de hacer una película de superhéroes porque “acá no hay una tradición ".

“Para mí, lo que hace genuina a la película, a los diálogos y los personajes es que Leo viene de ahí, él vive allí y algunas historias son cosas que le pasaron a él mismo. Eso es un regalo, una historia real escrita tan bien por alguien que sabe de lo que habla porque lo vivió en carne propia”, destacó Loreti en relación al autor de “Kryptonita” y a la extraña búsqueda de un verosímil realista dentro del género fantástico.

"Las dos son películas de encierro y a mí me interesó ver qué pasaba con los personajes dentro de ese encierro", agregó.

Junto al director de fotografía Mariano Suárez y al director de segunda unidad Alejo Rébora, Loreti trabajón en la construcción de una atmósfera y una estética propias del cómic, donde la iluminación, el trabajo con los colores y el uso del croma -especialmente para evocar los recuerdos épicos de cada uno de los personajes- convierten a la guardia y los pasillos de un simple hospital bonaerense en un mundo alucinante y fantástico.

"Quería jugar con la idea de que el doctor González está despierto hace muchos días, es un nochero, y que todo podría ser parte de su imaginación. Hasta que te das cuenta de que todo es verdad. Quisimos armar algo realista, pero a su vez con la posibilidad de incluir este delirio en el medio”, señaló el realizador.

“Me pasan dos cosas. Me encantan los cómics y quería poder llevar algo de esa atmósfera al cine, sacándole solemnidad; quería retratar algunas cosas para que no seamos tan caretas. Muchas veces hay cierto morbo e hipocresía cuando se muestra la marginalidad. Yo quería en algún punto enaltecerla y mostrar que estos personajes tienen cierta dignidad y lealtad”, sostuvo Loreti.

Y añadió: “No es una cuestión de apología, sino de comprensión de que se trata de otro mundo, con sus propias reglas. Y allí, ellos son los únicos que mantienen ciertos códigos”.

Fuente: argentina.ar

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