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Imagen de Marilyn Monroe, y el después de la muerte.

Marilyn Monroe, y el después de la muerte.

12/06

Murió -y sigue siendo considerada a día de hoy- como una de las mujeres más sensuales del siglo XX, icono de la belleza pícara y curvilínea. Pero incluso mitos así tienden a agrietarse y no ser respetados con el tiempo.

La autopsia de Marilyn Monroe se había guardado todos estos años en un estricto secreto profesional, pero ahora sus artífices revelan en un libro de próxima publicación titulado "Pardon My Hearse" que la icónica rubia del cine murió físicamente destrozada, de una sobredosis de Nembutal estirada bocabajo en su cama.

Monroe fue encontrada sin teñir su rubia melena desde hacía semanas, sin depilar, sin dientes -usaba una dentadura postiza- y con el cuello amoratado e hinchado, según relataron en su libro Alan Abbott y Ron Haste, que oficiaban como 'enterradores' de las estrellas de Hollywood. Según relatan. no pudieron casi reconocer que el cuerpo que yacía maltrecho, desnudo y envejecido era el de la increíble Norma Jeane Baker Mortenson.

Aunque el estado de un cadáver siempre depara rasgos y sorpresas desagradables, para estos profesionales lo inquietante del caso era más el estado de dejadez de una mujer guapa, exitosa, con miles de admiradores y muy presumida como ella. Tampoco había rastro -siguiendo detalles de exclusiva que recoge el diario Daily Mail sobre la morbosa publicación- de ese cuerpo curvado y majestuoso que había hecho suspirar a medio Hollywood y medio mundo.

La autopsia descubrió que, en realidad, Norma Jean usaba prótesis mamarias para acrecentar sus senos que, de por sí, eran más bien discretos. Los funerarios que la amortajaron también revelan que "estaba sin lavar y que no era tan guapa ni glamorosa".

Según detallan sus autores, Marilyn Monroe aparentaba una edad mucho mayor de los 36 años que contaba entonces, "era como una mujer de más edad y envejecida". Además, usaba dos "pequeños pechos falsos" para realzar los suyos y "dentadura postiza". El día en que la encontraron, ya con el rigor mortis de primer estadio (entre seis y ocho horas después de la muerte), estaba sin depilarse las piernas hacía semanas, sin ropa interior... El forense tuvo que hacer una reconstrucción del cadáver que le llevó varias horas para que se pareciese al icono del cine que todo el mundo adoraba, incluso tuvo que trabajar parte de su cuello para que apareciera "normal" el día del funeral.

Detalles sin duda escabrosos que podrían haber permanecido en un cajón y nada habría pasado. Abbott y Hasthan han plasmado en su libro los detalles y entresijos de multitud de muertes de algunos de los personajes más conocidos de su época que les cedieron sin quererlo su última intimidad.

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