u extraordinaria victoria en el debut ante el número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, no fue golondrina de verano sino un buen presagio de lo que iba a venir.

Con los problemas físicos que arrastra, más la falta de competencia, tuvo el temple necesario para dejar en el camino al rival que le tocare. Así pasaron el portugués Joao Sousa, el japonés Taro Daniel y el español Roberto Bautista Agut, todos accesibles.

Y llegó el turno de Rafael Nadal. El mallorquín demostró en Río que está volviendo a ser el de antes y de su supuesta lesión en una muñeca no hubo noticias. Jugó seis partidos de individuales y cinco de dobles, demasiados para un jugador lesionado.

Los pronósticos lo daban ganador al español pero Del Potro sobrellevó un primer set desfavorable y en 3 horas y 3 minutos ganó un partidazo que lo depositó en la final.

El partido decisivo es historia fresca y su resultado también. Del Potro jugó contra Murray y contra su agotamiento, extendió el juego más de cuatro horas y cayó como lo hacen los grandes. Dejando todo.

Por eso el reconocimiento del público, no sólo argentino, y lo más importante, el de sus adversarios. Tal como declararon a su turno Djokovic, Nadal y el mismo Murray.

Fue tan grande lo suyo que dejó en el olvido el cuadro desfavorable que le tocó en Río 2016 a los tenistas argentinos. Un simple ejercicio alcanza para entender que si Delpo hubiese perdido con Djokovic, lo más lógico, el tenis argentino habría hecho las maletas a mitad de la semana pasada.

La formidable semana de la "Torre de Tandil" dejó en segundo plano que Federico Delbonis debutó con Rafael Nadal, que Juan "¨Pico" Mónaco jugó en segunda ronda con la medalla dorada, Andy Murray y que a Guido Pella le tocó el duro alemán Phillip Kohlschreiber.

Pero eso no fue todo. Las dos parejas argentinas de dobles debieron medirse con los finalistas.

Del Potro y Machi González le ganaron en primera ronda a los australianos Chris Guccione-John Peers y después se toparon con los campeones Nadal-Marc López.

Delbonis y Guillermo Durán debutaron con los rumanos Horia Tecau-Florin Mergea, pareja finalista que no supo definir la final de dobles en el tercer ser con ventaja 4-3 y el saque.

Un cuadro que pareció haber elegido el enemigo. Menos mal que Del Potro tuvo su semana mágica y con sus victorias estremeció al mundo tenístico que hoy lo reivindica.